Esta es la segunda parte de Questasleyendo I, entrada que publiqué hace algunos días, y hoy por fin, me decido a publicar la segunda y última parte.
La última vez que abrí el cajón de los recuerdos de esta experiencia, para mostrarle a ustedes algunas interesantes actividades, todavía tenía los recuerdos perfectamente insertados en mi mente, si bien, hoy todavía no desaparecieron, todo se va volviendo más lejano. Unos pocos días más y se cumple un mes.
En esta ocasión, me toca contarles todo lo vivido en los días 13, 14 y parte del 15 de noviembre, todo lo que iba quedando de nuestra llegada, nuestros primeros acercamientos unos a otros, y el relacionamiento que rápidamente se fue intensificando.
El día jueves 13, nos tocaba como primera actividad, la lectura en conjunto del cuento "Ómnibus" de Julio Cortázar. Lo novedoso de dicha actividad, es que no nos quedaríamos estáticos para leer el cuento, -¿cómo?, se preguntarán ustedes. Fácil, junto con la señora Silvia Paglieta, del Plan Nacional de Lectura (PNL), nos subimos a un ómnibus para empezar a vivir el cuento.
Antes que todo nos dirigimos al Museo del Libro y de la Lengua, en donde hacía unas semanas que se había iniciado una muestra dedicada completamente a "Rayuela" de Cortázar. La guía del museo fue la encargada de mostrarnos parte de dicha muestra, entre ellos, el manuscrito de "Rayuela", la obra más apreciada por todos los lectores de dicho escritor.
Seguidamente, empezamos a leer el cuento, mientras viajábamos con rumbo, nada más y nada menos, que a la casa de Julio Cortázar. En lo que duró el viaje, leíamos el cuento, seguida de una breve explicación sobre los lugares que la inspiraron, obviamente mientras realizábamos el tour que en aquella época realizaba el ómnibus.
Llegamos a destino, visualizamos, al menos desde afuera, el lugar en donde se supone debía haber vivido él, jugamos con las rayuelas que encontrábamos en el barrio, en fin, disfrutamos, imaginamos, y respiramos el ambiente tan cálido en la que alguna vez, este escritor se habrá inspirado en más de una ocasión.
A las 13:00 hs todo estaba a punto, y sin muchas demoras, se dió apertura a la premiación, no sin antes entablar una amena conversación con Álvaro Marchessi, Secretario General de la OEI.
Así también, y a título muy personal, recibí una llamada sorpresa bastante grata; el Director de la OEI de Paraguay me contactó con la Ministra de Educación de aquí para recibir su mensaje de apoyo y felicitaciones, lo cual, creo que sobra decir que me emocionó mucho.
Unos instantes después, fuimos pasando país por país a recibir el certificado otorgado y nos tomábamos el tiempo para dirigir algunas palabras de agradecimiento, un poco de historia sobre nuestro blog, etc.
Después de escuchar, aplaudir y sentirme orgullosa por cada uno de mis compañeros, se dio cierre a la premiación; el momento de nervios, de no saber qué decir, o si lo hicimos bien o mal, había pasado.
Ahora nos tocaba afrontar algo más, participar de un programa de Televisión Nacional.
Descansamos, nos tomamos el tiempo para hablar, compartir mil cosas, sacarnos fotografías (que creo, era lo que más nos gustaba y mejor sabíamos hacer), hasta que nos encaminamos a la TV Pública. Allí, a las 17:30 nos esperaba el programa "Una tarde cualquiera", y unas horas antes, debíamos recorrer el museo del que se conformaba el canal.
Participar del programa fue muy agradable, creo yo que ninguno de nosotros había estado antes frente a las cámaras, precibiendo el movimiento que pone en marcha para que un programa luzca perfecto para los que lo ven en sus casas, y allí estábamos nosotros, viendo gente correr, panelistas esperando que llegue el momento, mientras nosotros tratábamos de permanecer tranquilos y actuar normales, aunque lo que estábamos viviendo no fuera muy normal que digamos (¿quién sale en televisión nacional por ganar un concurso como el nuestro? jaja).
Pudimos emitir opiniones sobre temas llamativos, debatir un poco y sentirnos más en una charla entre amigos, que en un programa. Hablamos de lo que conllevó nuestra participación, el viaje y varias anécdotas que teníamos para compartir, con lo que dimos por finalizada la tarde cualquiera, que de tan cualquiera no tenía mucho que digamos.
¿Y qué mejor que terminar el día haciendo un loco -y rápido- recorrido comprando libros?
Porque a ninguno le caen mal algunos libros más de los que ya habíamos comprado, ¿no? Y mejor forma no encontramos, que recorriendo una calle repleta de librerías.Nuestras coordinadoras, que nos recordaban constantemente las muchas actividades que nos esperaban todavía, no pudieron resistirse a nuestra petición, a pesar del corto tiempo que nos quedaba para llegar después a una cena.
Es por eso que nos dieron, si la memoria no me falla, unos treinta o cuarenta minutos para entrar y salir de una librería tras otra de la calle Corrientes, para comprar los libros que queríamos.
Tanto estábamos esperando esta salida, ¡nos esperaba una larga calle con muchas librerías!. Nos pusimos manos -y pies- a la obra para recorrer y buscar los mejores precios y los libros que nos gustasen. Entre llegar y salir de dos o tres librerías nos dimos cuenta que el tiempo era arena en nuestras manos y que Corrientes era una calle en donde yo me querría quedar a vivir.
Algunos compraron, otros no, yo me llevé a la maleta varios títulos interesantes, aunque no quedé satisfecha y mostraba una cara de querer escapar para volver a las librerías que me faltó visitar.
Terminamos otro agitado día en Siga la Vaca, un restaurante donde compañeras que eran vegetarianas, dejaron la costumbre de no comer carne, un momento de lado, para deleitar el asado en dicho lugar.
Nadie quería que ese día termine, así que lo aprovechábamos aunque los pensamientos de que faltaba poco para la despedida nos invadían poco a poco, y a veces muy deprisa.
Después del desayuno, nos dirigimos a Ibertic, para actividades como la discusión, el debate, la presentación de nuestros blogs en cuanto a estructuras, secciones y todo lo que a esto refiere.
En el lugar nos recibieron la señora Inés Miret, que junto con personas representantes de la Fundación SM, estaban allí para escucharnos, algo que a mí me gustó muchísimo; que estas personas tomen en cuenta a nosotros los jóvenes y escuchen nuestras opiniones y por sobretodo que las tomen en cuenta, representa algo en lo que todos, tanto de editoriales, como referentes educacionales deberían poner en práctica.
Debatimos sobre temas interesantes como las lecturas obligatorias en las instituciones educativas y otros temas referentes a la literatura y aunque al principio todos nos mostrábamos con cierta reticencia, terminamos con ganas de continuar el debate y la charla por horas y horas más.
Como ya dije, también tuvimos un espacio cada uno para mostrar una presentación sobre nuestro blog, qué escribíamos, qué leíamos, como organizábamos las secciones, cómo había nacido y a qué se debía el nombre, entre otras tantas características, y aunque ya nos conocíamos un poco, habíamos visitado los blogs de los demás y hablado sobre eso, conocerlos de manera más general nos ayudó a formarnos una idea de cada uno.
Cabe destacar que este día fue uno de los más ligeros en las actividades previstas, porque a continuación podíamos relajarnos nuevamente y disfrutar de los paisajes que nos ofrecía Buenos Aires, pues subimos al bus turístico que nos llevaría a los lugares más importantes de la ciudad, entre ellos, la Casa Rosada y el Barrio La Boca.
Después de esta actividad, volvimos a la Facultad de Derecho (la cual se convirtió prácticamente en nuestro hogar durante nuestra estancia allí), en la que se desarrollaría el acto de Clausura, con palabras por parte del Secretario General y un animado momento artístico por parte de Soledad Pastorutti, más conocida como "La Sole". Creo yo que ese fue el momento más animado del día, bailamos, saltamos, aplaudimos y a último momento nos unimos a los argentinos que agitaban sus abrigos -dejando de lado cualquier formalidad- para disfrutar con ánimo y corazón las vibrantes canciones, que no eran para menos. Saltamos, nos divertimos y si conocíamos las canciones, las cantábamos también.
Y como si nuestro regocijo no fuera poco, cuando pensábamos que el show terminaba, nos unimos en una sola voz, para aclamar unas últimas canciones de la artista, incluso aunque ella ya haya abandonado el escenario. El ambiente era de fiesta pura, y la artista no decepcionó al público; volvió con energías renovadas y nos deleitó un poquito más, el poquito justo que la gente estaba pidiendo.
¿Pensaban que eso era todo? No, porque como jóvenes insistentes que fuimos, logramos fotografiarnos con La Sole, hablar y compartir todos juntos unos instantes más informales y cercanos.
Para cerrar de la mejor manera nos esperaba una última actividad, una cena en El Querandí Tangos, en donde disfrutamos de lo que serían nuestras últimas horas todos juntos, en medio de una cena y un show de Tango en el mismo lugar, cerrábamos una jornada genial, planeando por sobretodo, no perder el contacto entre nosotros y seguir hablando a pesar de la distancia.
Llegar al hotel ya fue un poco más difícil que en los días anteriores; en lugar de esas ganas de seguir charlando, esos gritos a horas no adecuadas al llegar al Lobby del hotel, la reemplazaron las caras tristes y las lágrimas que empezaban a brotar mientras nos despedíamos, dándonos aliento y palabras tiernas, más allá de un simple "Te voy a extrañar" y mucho más potentes que un "No llores más".
Llegó un momento en que detener las lágrimas era prácticamente imposible, vimos llorar a los más fuertes, vimos incluso lagrimear a las que fueron nuestros/as coordinadores/as.
Nos firmamos las camisetas con palabras que no podían expresar todo el cariño contenido en cada uno, porque una camiseta llena de escritos se quedaba corta, con todo lo que teníamos atorado en la garganta para decirnos.
Ése fue el último día juntos, ya al día siguiente abrimos los ojos algunas pocas chicas, sintiendo la falta de muchos, notando la ausencia de voces que nos alegraban con sus chistes, sus acentos y su simple forma de ser.
Volver al país no fue fácil, se sintió la tristeza que asomaba de vez en cuando, pero seguida de esa tristeza me inundaba la sensación de felicidad, por conocer a tantas y tantas personas en pocos días.
Escribir todo esto no basta, porque detrás de cada actividad que realizábamos, a cada lugar que íbamos, hubieron mil y un anécdotas, mil un historietas que contar, con los cuales nos desternillamos de risa y en los que pasamos tan buenos instantes.
Después de esto no tengo más que decir que gracias, a todos. Pero en principal, gracias a Fernanda (Panamá), Valeria (Chile), Agustina (Uruguay), Sol (Argentina), Paulina (Ecuador), Danilo (Colombia), Kim (España), Luis (Honduras), Bruna (Brasil), Andrea (Perú), Ana (Rep. Dominicana), Stephanie (Bolivia), Lluvia (México), Alejandra (Costa Rica), Merilyn (Guatemala) y Jacquie (El Salvador) por ser mis compañeros en esta experiencia, porque mejores personas que estas no pude haber pedido conocer. Al principio tenía miedo de saber como serían todos y cada uno de ellos, pero después el miedo se disipó, y desde aquellas fechas, hasta ahora, no hemos perdido el contacto y los siento tan cerca como siempre.
A las coordinadoras, que nos cuidaban cual bebés, que nos tendían la mano en lo que necesitábamos, a las que podíamos hacer bromas y mostrarle el más sincero respeto siempre, por eso y por infinitas cosas en días tan contados, Gracias: Belén, Yanina, Brenda, Marcela, Silvia y Germán el único hombre.
Gracias a Patricia Escauriza, de la OEI de Paraguay que me orientó en todo momento, al Director del mismo, Luis Scasso, a los jurados del país, en especial a Neida Aquino, que el día de la premiación local se acercó a felicitarme con tanto cariño. A todos ellos por brindarnos la oportunidad, no sólo a mí, sino a los más de 400 inscriptos, de alimentarse de libros con la finalidad de ganar, sin saber que ganando o no el concurso, ya habían ganado cosas mucho más importantes por el camino.
Y gracias a ustedes, como lectores asiduos de este blog, porque sin ustedes esta experiencia tampoco hubiera sido siquiera imaginable para mí.
Esto fue lo vivido en esos pocos días, pero que ahora ocupan un lugar inmenso en mi mente.
¡Nos estaremos leyendo! y gracias por leerme siempre.
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